Les presento una de las tantas historias de "Amy", la gata de mi amiga: una regalona que ocupa el más alto podio de la comodidad. Una peluda y casera dama, que sólo con alfombra se atreve a pisar el exterior, la pequeña que sólo divisa con altanería a los perros que ladran fuera de la ventana. Por eso, aquel día que no apareció ambas nos asustamos.
Recuerdo la cara de preocupación de mi partner, buscando y llamándola por los alrededores. En un principio pensamos que estaba escondida en la casa, que había quedado atrapada con algún objeto e, incluso, decidimos buscarla en el patio, lugar que obviamente detestaba.
Al pasar los días, creímos que los vecinos la habían raptado. Mi amiga perdió las esperanzas: pasó más de una semana y ella aún no aparecía. Al parecer, la puerta quizás quedó abierta y Amy -como no conoce el exterior- se habría distraído con algo hasta llegar a manos ajenas, o tal vez un perro la espantó, al punto de que ella arrancó para "salvarse" y terminó perdida en algún rincón.
Hasta que un par de días después, cuando ya nos habíamos rendido de buscarla llamaron al celular de mi amiga: "Encontramos una gatita negra con un collar con este número", dijo una voz desconocida. ¡Qué alivio sentimos! hasta que la persona tras el teléfono nos informó que estaba a dos horas de casa.
Nos conseguimos un auto y fuimos a buscarla, por supuesto. La pobre minina estaba flaquísima y a penas maullaba. Lo más extraño es que por ese lugar sólo pasaban autos, era una carretera, o sea no habían casas ni signos humanos de alguien que la hubiese "robado" para sí mismo.
A pesar del milagro de encontrar a la gatita -gracias a una niña que la vio al pasar por la autopista y llamó- fue otra la preocupación que nos embargó a mí y a mi amiga: sin duda, alguien la tomó y la fue a "tirar" por ahí. Y no es tan lejana de la realidad nuestra inquietud, a las semanas nos dimos cuenta de que Amy estaba preñada y coincidía con la fecha del "secuestro".
Fue por lo anterior que confeccionamos una teoría: alguien se percató de que Amy estaba en celo -nosotras no teníamos idea- y, probablemente, quedaría esperando gatitos en su casa, razón que obligaría a hacerse responsable a quien la encontró, por lo que prefirió abandonarla. Lo más curioso, es que la gatita contaba con un collar identificativo y no era necesario desharcerse de la peludita.
No entiendo la maldad de aquellos que rechazan a los animales y los van a tirar lejos, pero menos aún entiendo ese rechazo de algunos por las gatitas -o sea, hembras- y al sentirse responsables de una, prefieren ir a dejarla muy lejos donde, de seguro, sólo le resta morir.
Es hora de concientizar a quienes nos rodean: la naturaleza es así, es innato el instinto de procreación y si tienes una felina, lo más probable -si no la operas responsablemente- es que quede preñada; lo que va contra lo natural, es deshacerse de un ser vivo abandonándolo sin comida, techo y cariño, ellos son seres inocentes, sólo uno tiene el poder de decidir si dejar vivir o no.