La "Vieja" fue una gata rescatada por mi hermano (Cristián) y su polola (Daniela). Era tan pequeña, estaba tan desnutrida y con el pelaje tan feo, que parecía un gato de cuatro meses. Estaba arrimada en un árbol, escapando de unos perros grandes, asustada. La salvaron y la llevaron a la casa de ambos.
Estaba tan llena de pulgas y enferma, que se le caía el pelo del lomo. Incluso, su oreja estaba reseca, casi cancerosa. Era tanta la plaga, que al desparasitarla externamente, las pulgas muertas caían donde ella caminaba y se recostaba.
Los vecinos contaban que la gatita -que posteriormente apodaron “Vieja”, porque el veterinario dijo que tenía 11 años aproximadamente-, era de una señora del vecindario, que no la cuidaba. Hace años estaba teniendo una vida horrible de abandono y hambre. Incluso, una vecina declaró que la gatita estaba desdentada, pues se comía los huesos de los perros.
El primer día comió y tomó agua como si no lo hubiese hecho en años. Luego, cuando se sintió satisfecha, se acostó encima de un router porque tenía frío. Ahí durmió toda la noche.
Unas semanas después, llegó a mi casa, pues donde mi cuñada hay un gato que no resistió que le quitaran el trono. La Vieja engordó y sacó su tierna y amorosa personalidad.
Aproximadamente al mes de ser rescatada, nos dimos cuenta de que estaba preñada, al comenzar el trabajo de parto, el cual fue muy complicado, ya que las crías eran demasiado grandes y la madre muy pequeña.
Entonces, un gatito nació muerto, Daniela y Cristián tuvieron que asistirla con el nacimiento de las otras dos crías. Una de ellas nació con un problema en las patas traseras: no podía levantar el trasero y caminar, por lo que se arrastraba.
Después de unas semanas, volvió a la casa de mi hermano y cuñada. Le ayudaron (con la atención de la madre felina) a la gatita con problemas para que pudiera caminar; la ponían sobre una alfombra, le afirmaban o levantaban el trasero para que aprendiera a usar sus extremidades posteriores. La madre la empujaba con amor para que caminara.
Las tres gatitas fueron esterilizadas. Fue fácil dar en adopción a las hijas de la Vieja, pues eran hermosas y tiernas.
Sin embargo, con la Vieja -a pesar de su belleza y exquisita personalidad, regalona y tranquila- costó que alguien la integrara a su familia, pues las personas están acostumbradas a recibir cachorros.
Mas un día, se publicó en una página de rescate animal que la Vieja necesitaba un nuevo hogar donde ella fuera la reina, pues ya estaba sana y mucho más grande que el router que la cobijó como cama.
Así que un veterinario se contactó con Daniela, adoptó a la gata y le dio una vida feliz. Hoy, la Vieja y sus hijas están con una vida saludable, llena de amor y felicidad.
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