"Hipócrates" es una tortuga chelonoidis chilensis, especie actualmente protegida por la CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres). Se trata de un acuerdo internacional concertado entre los gobiernos, dentro del cual está suscrito nuestro país. Tiene por finalidad, velar por que el comercio internacional de especímenes de animales y plantas silvestres, no constituya una amenaza para su supervivencia.
Mi amiga Renata la compró hace mucho tiempo, en la década de los ochenta, cuando las vendían descaradamente en la feria. En esos años, la regulación relacionada a los animales -sobre todo a su tenencia doméstica- era prácticamente nula y era muy común ver a esta especie de tortuga de tierra moviéndose en medio de los jardines de nuestros compañeros de colegio; expuestas a pelotazos, a las mordidas del perro regalón de la casa o a cualquier otro imprevisto del quehacer diario de una casa, sin saber muy bien cómo alimentarlas o cómo sería su comportamiento.
El caso de Hipócrates no fue muy distinto. Su vida no se veía constantemente amenazada, pero sus dueños la miraban con preocupación mientras daba vueltas en círculos por el jardín. En invierno, esa preocupación aumentaba: Hipócrates desaparecía de la faz de la tierra durante meses y por más que la buscaran, no aparecía hasta casi la mitad del año. Incluso, una vez la creyeron muerta, pero Hipócrates luego apareció, cuando comenzaba a hacer calor.
La realidad de la Chelonoidis Chilensis debe ser otra. Esta especie de tortuga, es oriunda de Argentina, o sea, de "chilensis" no tiene nada. Es más, nuestro país no cuenta con ninguna especie de tortuga terrestre. El error se debe, a que el colector del ejemplar tipo escribió en la tarjeta de procedencia: "Mendoza, Chile", lo cual indujo a la equivocación de John Gray, al describirla en 1870.
Actualmente se encuentra en peligro de extinción y su comercialización en Chile está prohibida . Según dicen, el hecho de que fuera mascota en muchos hogares, tanto chilenos como argentinos, dificultó su reproducción, ya que la mayoría daba vueltas sola por el patio, tal como el pobre Hipócrates que -finalmente- se tuvo que ir.
Sus dueños decidieron que estaría más a gusto en una parcela, donde pudiera hacer más hoyos, tomar sol tranquila y caminar más, ya que, aunque no lo crean, estas tortugas caminan bastante rápido, tanto que cuesta mucho agarrarlas.
En estos días, Hipócrates debe tener unos 40 años y calculan que puede vivir más de 100, como la mayoría de los de su especie. Sigue en la parcela, sin poder reproducirse, pero escarbando a sus anchas, rodeado de más vegetación. Por eso debemos pensar e investigar mejor, antes de tomar la decisión de sacar a un animalito exótico de su hábitat natural. La felicidad de tenerlo en nuestro hogar, no siempre será mutua.
Imagen CC Jose Osuna