Frente a Kidzania, en el Parque Araucano, un edificio llama su atención por la mezcla del café de la madera con imágenes selváticas. Desde afuera no verás nada, pero si te acercas, podrás oír a diferentes animales y te va a entrar la curiosidad de saber qué habrá adentro.
Este edificio es "Selva Viva", una construcción de casi mil metros cuadrados, que promete entregarte una aventura inolvidable. La entrada cuesta $9950 para adultos y $8950 para niños, puedes pagar con Red Compra, y si tienes suerte y no hay fila entras de inmediato.
Un guía se encargara de llevarte en toda la aventura, para que así no te pierdas ni te asustes por si sale algún animal que te de miedo. Ellos están capacitados para informarte sobre las especies y responder todas tus dudas.
Al entrar, se escucha cómo las aves conversan entre ellas. El agua cae desde una cascada a un mini lago, donde los peces nadaban. La temperatura del ambiente es de 28 grados y la humedad demasiada, te hace sudar, así es que lo ideal es sacarse la chaqueta antes de entrar.
En la primera parada que hicimos durante el recorrido, el guía sacó una serpiente de entre unos arbustos. Era amarilla con blanco, dejó que la tocáramos y pude percibir su textura suave pero con escamas, se llamaba "Boloñesa".
Si te gustan los animales exóticos, "Selva Viva" tiene reptiles únicos, como un dragón barbudo que se llama "Gary Medel". Todos los animales están en sus respectivos terrarios. Ninguno va atacar al público, han sido criados para estar en contacto con las personas. Así que no tengas miedo si te pasan una boa para que se te enrolle en el cuello, ¡cuidado que aprietan!
Seguimos caminando y un gran árbol apareció al centro del recinto, era como el árbol de la vida. A su alrededor diferentes plantas, un acuario y una laguna, donde estaban camuflados dos caimanes muy pequeños y en la tierra, unos cangrejos ermitaños caminaban muy rápido a refugiarse.
Fue en esto, que mi animal favorito del lugar asomó su gran pico y lució sus colores, era "Tucu", el Tucán que pasa el día en las ramas o caminando. Suave y con muchos colores, dejaba que lo acariciaran, pero no que le sacaran muchas fotos, parece que era vergonzoso. "¡Esta si es la selva!", dije al ver tan hermosa ave.
Y así, mientras paseábamos otras aves se cruzaban con si fuera la calle hasta que al subir una escalera, dos loras se llevaron toda mi atención y las risas de los turistas. "Selva" y "Viva", son las estrellas del recinto. Hablan y se posan con toda autoridad, son guacamayas, a las que en días de sol las sacan para que reciban calor.
"Selva" se posó sobre la guía y "Viva" observaba desde el brazo. No se querían bajar, hasta que solas se posaron en unas ramas. A su lado, un poco distante estaba "Kelun" -que significa rojo en Mapudungún- una guacamaya, que se acercaba a la guía para comerle la semilla de su credencial. Luego se escucharon las risas de todos a carcajadas.
El tour terminó en un lugar exótico, único, silencioso y lleno de belleza. Un mariposario tropical, donde parecía que era un cuento al ver pasar mariposas muy cerca y posarse en las ramas delicadamente. No se pueden tomar, pero verlas es un privilegio.
La aventura -que dura casi 40 minutos- me dejó exhausta y feliz, porque conocí un lugar inimaginable y supe cosas de los animales que nadie me había contando. Para que tú te sorprendas, no te cuento más, "Selva Viva" está lleno de detalles únicos de la naturaleza y animales ¡Atrévete a esta experiencia!