Hace algunas semanas, se hizo una denuncia de maltrato animal por medio de un Facebook comunal de Chimbarongo. Aquí se mostraron unas fotos de un perrito que vivía en precarias condiciones, siendo mal alimentado y encerrado -cuando su dueña salía a trabajar- en una estufa a gas, por miedo a que molestara a los vecinos.
Suena increíble, pero es así. Las imágenes mostraban al animalito con sólo sus ojos a la vista, por medio de unos orificios de la estufa, que estaba tirada en el suelo y con el perro adentro. Se calcula, que no era ni un metro cuadrado de lo que el can disponía para su movilidad.
Los vecinos denunciaron a la mujer, pero ella al enterarse de que había sido descubierta, salió de la ciudad, dejando al animal más encima sin alimentos.
Rocío -la joven que tomó la fotografía- hizo la denuncia en carabineros, pero al tratarse de una propiedad privada, ellos no podían hacer nada: "Sentí impotencia, ganas de saltar la reja y sacar al pobre perrito que gemía y tiritaba, seguramente de frío y miedo", cuenta.
Al día siguiente, la mujer apareció pero a pesar de que eran muchas las personas que le tocaban la puerta y le pedían explicaciones, ella se encerró en su casa y no sacó al perro del lugar en el que estaba.
"Fue tanta la insistencia, tantas las súplicas para que soltara al pobre perrito, que luego de horas la mujer salió, diciendo que si había hecho eso, era porque su perro era agresivo y nadie lo quería por lo mismo", relata Rocío.
Las personas apostadas afuera de su casa -entre ellos un grupo de animalistas- le pidieron que por favor entregara al perro, que cualquiera de ellos se haría cargo de su rehabilitación y cuidado, pero ella se negaba diciendo que era su mascota y que le daría mucha pena separarse de él.
"¿Pena? le dije yo, pena debiera darle tener a esa criatura en esas condiciones. Déjeme llevarlo al veterinario y darlo en adopción a una familia que realmente sepa lo que es amar a un animal", agrega Rocío.
La mujer seguía negándose, hasta que minutos después llegó su hijo mayor y seguramente él, un poco más consciente del daño que se le estaba al perro, lo sacó de la estufa y lo entregó.
"Estaba notablemente desnutrido y deshidratado, tenía mucho frío y los ojos lagrimosos. Fue muy fuerte verlo así, pero al menos pudimos rescatarlo", continúa relatando la joven.
"Pidu" -como fue bautizado luego de su rescate- fue llevado a un veterinario, que lo dejó una noche en observación, porque tenía daños en los riñones debido a la deshidratación y a que -según él- le daba temor orinar por el lugar en el que estaba.
Luego de esto, fue dado de alta y una familia de un fundo aledaño a la ciudad lo adoptó y según cuenta su nueva familia adoptiva, "el perrito de a poco se ha ido acostumbrado a la libertad, sigue con temor a las personas, pero nosotros lo tratamos con amor y de a poco 'se ha ido dando'".
Es así, como gracias a una denuncia y al reclamo de un grupo de vecinos, hoy "Pidu" está bien y seguramente muy pronto, podremos decir que es un perro feliz.
Imagen CC Javier Caride