Esta es una historia cuyo único sobreviviente sigue dando vueltas por las casas de la villa. Los demás, han ido muriendo y otros fueron adoptados. Es una historia digna de contar, así es que la quiero compartir con todos ustedes, amantes de los perros.
Los vecinos de la villa Nocedal de San Bernardo no sabíamos cómo, pero durante el otoño del 2012, un grupo de cinco perros que iban para todas partes juntos, se movían, como dueños por su casa por el sector. Llegaron de pronto y sin aviso. Tal vez, alguien los tiró y no tuvo consideración de la tenencia responsable de mascotas. Fue inevitable para todos no quererlos. Bastaba que uno saliera de casa para que al menos dos te siguieran, casi como tus guardias privados.
Eran súper conocidos por todos. Hasta le teníamos nombres a cada uno de ellos. Estaba el "Perro Flaco", la "Negra", la "Chola", el "Tigre" y el "Rubio". A pesar de que su casa era la calle y su comida lo que los vecinos podíamos darle, eran gordos y fuertes. Lo mejor era que cuando uno dormía, todos dormían. Cuando uno comía, entonces todos comían. Todo lo hacían en grupo.
El tiempo pasó rápido y se vino el invierno con todo. Nos preocupamos mucho por los perros, así es que les construimos una casa para cada uno. Pero, eso no fue todo, ya que cada vecino donó ropa y chalecos viejos para conseguir abrigarlos durante el crudo invierno. De esta manera, cada uno tenía su propio chaleco para capear el frío y las lluvias. Por lo anterior, es que los denominamos como "La Pandilla de los Chalecos".
Corría marzo del 2013 y ocurrió una noticia que nos dejó muy tristes: el "Perro Flaco" había fallecido. Definitivamente, era el más viejo de todos. Los últimos días, ni salía de su casa y a penas comía. Juntamos plata y un veterinario lo revisó, ahí se dio cuenta de que estaba viejito y ya no había nada que hacer. Le dio calmantes y horas después, nos dejó. De esta manera, la pandilla perdió a un integrante importante. Los cuatro que quedaron deambulaban como perdidos, algo les faltaba. Sin embargo, al tiempo, ya volvieron a ser los mismos.
Pasó todo el esto del año y en diciembre del 2013 una señora se enamoró de la "Negra" y de la "Chola". Nos dijo que las quería adoptar y preocuparse por ellas. Nosotros accedimos, pero siempre y cuando nos mantuviera informados de cómo estaban. Así partieron dos más. Era muy bueno, porque cada dos meses nos enviaba fotos de lo feliz que estaban. En verdad la vida les cambió. Pero su alegre partida dejó al "Rubio" y al "Tigre" solos.
Ambos perros consiguieron vivir tranquilos, juntos como siempre. Sin embargo, en marzo de este año, el "Rubio" partió. Le dio una infección interna fulminante. Nuevamente reunimos plata y el veterinario decidió que lo mejor, era dormirlo para que no sufriera más.
Fue un golpe muy duro para todos, pero debíamos dejarlo partir. Así, hasta el día de hoy, sólo el "Tigre" mantiene vivo el recuerdo de "La Pandilla de los Chalecos". Sin duda, es el más regaloneado por todos y hasta tiene una casa nueva para combatir el invierno. Está solo, pero no completamente, ya que desde hace pocos días pasa su tiempo con un nuevo perro que llegó. "Nieve", le pusimos.
Queridos lectores, esta historia me llena de recuerdos gratos. Lo que más me duele, es no poder compartir las fotografías, pues nunca le sacamos una a todos juntos. Confirmo que los animales son totales y que no piden nada más que cariño.
Y tú, ¿tienes alguna historia que contar?
Imagen CC Pablo Flores