"Lely" (el nombre en honor a Jaqueline Carrier, la autora de "Adiós Tía Paty, Adiós Tía Lela") es una perrita que llegó a mi casa luego de haber sido abandonada cerca de un canal de regadío, aunque en realidad, según nuestra hipótesis familiar, ella fue lanzada en una bolsa al lugar mencionado.
Nosotros creemos esto porque nos percatamos de los aullidos de un perrito pequeño y comenzamos a buscar. Pasaron varios minutos y no encontrábamos nada pero cada vez los gemidos eran más fuertes y denotaban más dolor.
En ese momento -debo reconocer- la búsqueda se desesperó un poco, hasta que mi papá pilló enredada entre las moras a una pequeña perrita (de no más de dos meses) envuelta en una bolsa de basura, con solo la cabeza afuera, como si hubiera luchado por perforarla para poder respirar.
El estado de la cachorra era lamentable, tenía varias fracturas en su cuerpo (cadera, patas traseras y una delantera), su pelaje era débil y opaco producto de la desnutrición que padecía y además, padecía una infección -visiblemente de varios días- en ambos ojos. Todo esto aparte del gran temor a los humanos, debido a que antes de ser abandonada, "Lely" seguramente había sido maltratada.
Muy impactados con lo que veíamos, llevamos a la perrita al veterinario, allí pasó unas horas, debió ser operada de la cadera, tomar vitaminas para recuperar fuerzas y algunos kilos y nosotros por nuestra parte, nos dedicamos a entregarle amor y confianza nuevamente en los humanos.
En algunos meses ya estaba bien, feliz corriendo por el patio con mis otros 10 perros. Hoy, es mamá y tiene una vida completamente normal, a pesar de un pequeño problema que no recuperó en una de sus patas traseras.
Sin embargo, Lely es feliz, aunque más felices somos nosotros de haberla podido rescatar con vida y haber tenido la fortuna de que sea parte de nuestra familia.