Marta y Daniel son una pareja que lleva más de 38 años de casados. No tuvieron hijos, pero se encargaron de estar siempre acompañados por sus queridos animalitos, a quienes los consideraban como parte de la familia. Ambos se reconocen amantes de los caninos, a tal punto de brindarles un espacio en su casa a perros que no han tenido dueño, comida y hogar.
En el 2004, cuando el matrimonio vivía en la Villa Los Héroes de Maipú (Santiago) llegó "Juanito", un perro de la calle que desde hace algún tiempo andaba deambulando por el pasaje. Era conocido por todos los vecinos, gracias a su gran tamaño y su abundante pelaje rubio. Pese a que era un perro grande, no era de los típicos caninos que se adueñan de la calle, espantando y ladrando a todo a quien circulaba por ahí.
Juanito, era especial. Su faceta de protector y partner, lo hizo ser el perro más querido por los vecinos. Antes de que llegara al hogar de Marta y Daniel, se sentaba a esperar a que algún dueño de casa saliera a caminar o a comprar para acompañarlo. Lo hacía con todos y como ellos veían que no era agresivo, nunca fue correteado.
Marta comenzó a sentir un cariño especial por él y le abrió las puertas de su casa, para que durmiera en su antejardín. De esta manera, comenzó a criarlo. Como Juanito era un perro callejero, no podía hacer que permaneciera encerrado por el resto del día. Así que sólo llegaba a comer y a dormir.
Juanito siguió siendo el mismo, pero con la diferencia de que ahora acompañaba a su dueña a la feria, supermercado, peluquería o adonde fuera. Mientras Marta entraba a dichos lugares, Juanito la esperaba a la salida entre tanta gente, autos y perros. De todas las veces que salieron juntos, jamás se perdió.
Luego de un par de años, cuando Juanito andaba con celo por una perrita, se extravió por dos meses. Marta recuerda que antes de que ocurriera eso, su perro andaba raro: no quería comer ni dormir y prácticamente no se le veía por la casa. Con una gran pena el matrimonio creía que nunca más volvería al hogar, hasta que un vecino lo trajo de vuelta, gracias a que andaba en su camioneta cerca de la comuna de Cerrillos. Ahí se encontró con Juanito y no dudó en rescatarlo.
Juanito era muy activo, inquieto y juguetón. Cuando llegaron dos integrantes más a casa; un gato blanco llamado "Copito" y "Osito", un perro poodle, los cuidaba como si fueran sus hermanos pequeños. Mientras era joven y tenía las energías, se entretenía con ellos.
Ya para el 2009, Marta y Daniel se cambiaron de casa y se trasladaron a la comuna de Padre Hurtado, como quien dice con camas y petacas. Para esa fecha, Juanito ya estaba algo viejo, gordo y cansado. Su obesidad le impedía movilizarse con más agilidad, su patas traseras estaban débiles, por lo tanto, pasaba más tiempo echado.
Juanito ya no dormía afuera en el patio, sino que lo hacía en un sillón del living de la casa. A Marta le daba pena echarlo por las noches cuando hacía frío, así que el muy patudo, como ella le decía con cariño, se quedó con el sofá y lo convirtió en su cama.
En mayo de este año, Juanito murió en su casa producto de una enfermedad en su estómago. Estaba viejo y cansado; pasaba la mayoría del tiempo recostado en el sillón y sólo se paraba a comer. Como uno más de la familia, le hicieron un funeral y lo enterraron en el patio trasero de la casa. Daniel y Marta estuvieron acompañados durante la ceremonia por sus familiares más cercanos y vecinos, quienes quisieron darle el último adiós a Juanito.