El Galgo es un perro originario de España. Su figura se destaca por ser estilizada y debido a su excelente olfato y velocidad, es ocupado tanto como para la caza, como para carreras, donde pueden alcanzar hasta 60 km por hora y detectar a su presa hasta a 800 metros, con un rango de visión tan asombroso, que puede ver incluso, lo que está detrás de él.
Se pueden encontrar de distintos colores y a pesar que originalmente son de pelo corto, también hay una variedad de pelo largo, duro y grueso. Su pecho es prominente y sus patas largas, lo que le dan un aspecto casi aerodinámico.
Luego de la Reconquista Española, hay antecedentes incluso de leyes que los protegían y penalizaban por ejemplo, su hurto; probablemente por lo importante que resultaba para ayudar a las personas a cazar. También, ha sido mencionado en obras literarias tan importantes, como “El Quijote de La Mancha”.
En el siglo XX, debido a la mezcla entre especies españolas e inglesas, se crearon perros aún más rápidos, los que eran utilizados en los canódromos, muy comunes en ambos países en esa época. Sin embargo, esta práctica se detuvo hace un tiempo, ya que ahora lo que se busca, más que su velocidad, es la belleza que radica en la pureza de su raza, por lo que los esfuerzos están puestos en tratar de recuperar sus características originales.
Actualmente, el Galgo se ha convertido en un animal de compañía y han salido leyes para detener el maltrato al cual fueron sometidos en su pasado, por ejemplo, como perros de carrera, ya que una vez que no les eran “útiles”, los abandonaban en un terrible estado. Por este motivo, incluso se ha estado promoviendo la esterilización, para mantener controlado el número de ejemplares y asegurarles una mejor vida. Sin embargo, el maltrato continúa, pues el uso de estos perritos para la caza en España está lejos de detenerse, los crían de manera indiscriminada y cuando no les sirven, los abandonan o asesinan cruelmente, y las organizaciones rescatistas no dan abasto con tantos perritos abandonados, heridos, desnutridos, etc.
Gracias a que son fieles, tranquilos, cariñosos y muy tolerantes al compartir espacio con mascotas de otras especies, se ganan un espacio que va más allá de ser casi un trofeo de status, y en vez de verlos correr tras una liebre, los podemos encontrar muy pasivos y felices como mascotas.
Con su dulzura, se ha ido ganando el lugar que siempre mereció, con el buen trato que necesita todo animal y a pesar de que su instinto cazador se activa al menor estímulo, no es un animal agresivo, por lo que es recomendable para que conviva con niños.
Por supuesto, si quieres tener uno de estos ejemplares en tu casa, no debes olvidar que necesita espacios grandes y ser paseado a diario, para mantenerse saludable.
Imagen CC: Marianne Perdomo