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Es parte de la naturaleza, que cualquier ser vivo que vea amenazado su hábitat o sea interrumpido, termine por irritarse. Pero definitivamente, aunque no todos somos iguales, muchas veces pueden molestarnos las mismas cosas.
Teniendo en cuenta esto, creo que no es algo ilógico pensar que nuestras mascotas puedan llegar a ofuscarse con nosotros, por las malas prácticas que realicemos, costumbres que tengamos o simplemente, hacer las cosas que nos gustan cuando estamos solos o en confianza.
De una u otra forma, debemos aprender a convivir con nuestras mascotas en armonía, respetando su espacio y evitando hacer las cosas que les incomoden, porque de lo contrario, ellos harán notar su descontento.
"Toreto", es un enorme minino blanco que me hace compañía siempre que estoy en casa. Es muy regalón y excesivamente glotón, cosas en las que somos muy parecidos. Lo adopté hace 3 meses, puesto que su antigua dueña vivía en departamento y tras muchos reclamos de los vecinos y multas, tuvo que optar por darlo en adopción.
Una vez que lo vi por foto, decidí que me haría cargo de él. Siempre quise tener un gato blanco, porque creo que tienen algo místico, así como los negros inspiran creencias relacionadas con la mala suerte y otras cosas por el estilo.
Sin duda, la gran peculiaridad de este animalito es su agudo sentido de la audición. Por lo general, le molesta que ponga la música muy alta y cuando lo hago, se esconde bajo la cama y no para de maullar. Pero no es esto lo que me llamó más la atención.
Un día estaba con un amigo y éste comenzó a silbar al recordar una canción. Desde mi pieza, vino corriendo Toreto y rápidamente se le subió al hombro y le mordió la cara. Luego salió raudo a esconderse, como sabiendo que hizo algo malo. Sólo por curiosidad, lo hice yo por segunda vez y al repetir el ejercicio tuvimos el mismo resultado, aunque me anticipé a su mordida.
Así es que no tuve más opción que poner un letrero en mi pieza que dice: "Prohibido silbar", para no molestar a Toreto y a la vez, para que mis visitas no salgan con una mordida de gato en la cara.