En otras ocasiones he escrito sobre mis gatos y el de mi amiga, pero existe un animalito que hace más de tres años se robó mi corazón. Se trata del gato de la vecina de mi pololo, "Yoghi". Antes de comenzar a nombrar la gran cantidad de características especiales que tiene, quisiera poner en contexto cómo llegó a mi vida. Cuando empecé a pololear, estaba muy sorprendida que a mi novio y su familia no les gustarán mucho las mascotas, ya que en mi casa siempre ha habido gatos y perros.
Es aquí donde aparece "Yoghi" en la historia, ya que un día estaba sentada en el patio de mi pololo, cuando apareció un gatito amarillo saludándome. Por supuesto me volví loca abrazándolo y haciéndole cariño. Cuando llegó mi pololo y vio esos ojitos no pudo echarlo, de igual manera lo aceptó a regañadientes, ya que según él es alérgico a los pelos de gato.
Con el paso de los días, nos dimos cuenta que de era mascota de la joven de al lado, más bien de su hijo pequeño y que además, tenía una hermanita de raza europea y otra perruna. En un principio, me sentía muy enojada por el hecho de que su mamá humana fuera tan desprendida con él, ya que pasaba todo el día en la calle y hasta en la casa de mis suegros. De hecho, una noche estaba muy helado y durmió con nosotros, pero después me di cuenta de que él es un rebelde, ya que ella sí le dejaba la puerta abierta para que entrara, pero él prefería estar en la calle.
Luego de experimentar su primer celo, las cosas cambiaron. Empezó a dejar sus marcas en toda la casa de mi pololo, incluso en su sillón de cuero, lo que generó que no lo dejaran entrar más. Aún así, siempre se las ingenia para ingresar a la casa a saludar.
Una de las cosas que más lo hace diferente a los demás gatos es su gran sociabilidad, ya que siempre nos recibe en la puerta cuando llegamos y se despide cuando nos vamos. Hace algunos meses celebré mi cumpleaños en esa casa y el centro de atención se enfocó en él, ya que quiso saludar a todos mis invitados, generando el cariño de ellos.
Con el paso de los años, todos en la casa lo han aprendido a querer, ya que es un gato extremadamente cariñoso, hace gracias y además es muy lindo, hasta mi suegro lo ha aprendido aceptar.
Hoy "arrendó" el Jeep de mi pololo como casa e invitó a su hermana a vivir con él. Aún así se le puede ver arriba de mi auto, en los tejados, en el sillón del patio o en el muro de las casas, pero siempre que nos ve, tiene la deferencia de recibirnos como si fuera el dueño de casa.