Vivaz, afectuoso e inteligente, son algunas de las características del Bulldog Francés. Sin embargo, el origen de este perro de hocico chato y grandes orejas, no está en las tierras de la Torre Eiffel.
Diversas investigaciones, han llegado a la conclusión de que es en Inglaterra donde se hallan los primeros antecedentes de esta raza, remontándose a los inicios del siglo XVIII. Por esos días, el Bulldog Inglés era medianamente popular en los sectores más pobres de dicho país, ya que los utilizaban como pasatiempo para peleas de perros.
Por otro lado, hubo un grupo de ingleses que no tenía interés en esta nefasta actividad y decidió crear una versión más pequeña. Finalmente fue con la llegada de la revolución industrial, época en la que muchos obreros se trasladaron a diversos países europeos, cuando el Bulldog llega a Francia, acompañando a sus amos.
Allí este pequeño animalito se hizo muy notorio, siendo reconocido como "el perro con orejas de murciélago" y comenzó a ser exportado a otros países. En 1898, el American Kennel Club aceptó oficialmente la raza del Bulldog Francés.
En la actualidad, es un excelente perro de compañía, ideal para familias con niños pequeños, con los que se lleva muy bien. En tanto, no demuestra mayor interés por otros perros, aunque sí pueden causarle celos.
En cuanto a su necesidad de espacio, es apto para vivir dentro de un departamento, pero obviamente como todas las razas, es fundamental llevarlo de paseo diariamente. Una de sus principales ventajas, es que no requiere de mucho cuidado estético, ya que por su pelaje corto, solo necesita de un cepillado semanal.
Imagen CC Artur Malinowski