Esta es la historia de la tortuga de agua de mi amiga Carla, "Carisa". Esta tortuga vivía en una acomodada casa (humana) junto a su pareja macho. Fueron un regalo para los niños de la casa, los cuales tienen una prima que iba a verlos de vez en cuando, mi amiga Carla. Estos chiquillos las cuidaron mientras fueron pequeñas, y claro, la novedad.
Pero a medida que fueron creciendo, quedaron totalmente descuidadas. Se perdió todo el interés en ellas, tal vez por la (pésima) creencia popular de que son fomes. Incluso las consideraban al nivel de un juguete, tirándolas a la piscina. Mi amiga cada vez que los visitaba, fue notando que con suerte les daban alimento y estaban realmente hacinadas; de hecho, se quebró el acuario que tenían para ellas y no encontraron nada mejor, que mantenerlas en un balde de estos de aceite de motores.
Fue de este balde que la tortuga macho se comenzó a escapar esporádicamente y se movía bastante rápido, tal como la tortuga Josefa. Lamentablemente, había un perro Rottweiler en casa y lo atrapó en su último escape.
Ya viendo el nivel extremo de negligencia en el cuidado de estas tortugas, mi amiga decidió pedir a sus sobrinos que se la entregaran para hacerse cargo ella. Esto, luego de que una noche muy fría se diera cuenta que se estaba escarchando el agua donde se sumergía "Carisa" y que esta no reaccionaba. Felizmente para la vida de esta tortuga, mi amiga pudo llevársela. Aunque claro, el presupuesto no apañaba tanto, pero sí la voluntad.
Inicialmente, el nuevo acuario de Carisa constaba de una caja de plástico grande con agua. Como estas tortugas necesitan de agua un poco más tibia también para mantenerse sanas, mi amiga se las ingenió y cada tantas horas le echaba agua tibia del hervidor.
Además, debido a la mala alimentación que recibió por tantos años, Carisa tenía unas manchas en su caparazón, provocadas al parecer por la descalcificación… manchas que fueron desapareciendo poco a poco con la dedicación y cariño de Carla. Si hasta creció un poco más, aun cuando de acuerdo a su veterinario, debería ser un poco más grande de acuerdo a su edad, pero es lo máximo que alcanzó considerando su desnutrición anterior.
En el presente, Carisa cuenta con un acuario de vidrio mucho más grande, con una roca donde se echa a descansar y un tronco en miniatura para recrearse.
De vez en cuando, tiene la suerte también de salir a caminar por el departamento de mi amiga e incluso, tomar un poco de sol en el balcón cuando están los días bonitos.
Por lo que podemos decir, que siempre hay segundas oportunidades para todo animalito indefenso. Siempre hay una esperanza de que alguien con buen corazón y desinteresadamente haga su vida un poco más feliz :) Y ese alguien puedes ser tú mism@, ya que no se necesita grandes riquezas para hacerlo (y la historia de mi amiga Carla es un claro ejemplo).