Tengo varios gatos, la mayoría de ellos son rescatados de la calle y han sido abandonados a una edad muy temprana. La primera gata que rescaté y que aún está conmigo se llama "Mush"; fue en el 2007 y cuando encontré acurrucada en un rincón, cerca de la Universidad Católica de Valparaíso.
Todo el mundo pasaba frente a ella, pero nadie la tomaba en atención. Era muy pequeña, estaba delgada, sucia y sola. Cuando la vi no pude hacerme la desentendida y tuve que recogerla; llamé a mi mamá y le expliqué la situación, por suerte me dejó tenerla.
Como estaba sola, me preocupé de que tuviera hermanitos y busqué en los alrededores, pero no encontré a ningún gato más, sólo estaba ella. Aún tenía que asistir a clases, por lo tanto, la pequeña Mush me acompañó a la universidad y se ganó a mis compañeros.
En aquel momento supe que se quedaría conmigo. Por esos días tenía dos gatos más -también rescatados- y no veía la necesidad de darla en adopción. La llevé al veterinario y me dijeron que sólo tenía un mes de edad y que si no la hubiera recogido, lo más probable es que hubiera muerto a los pocos días.
La bañé, le di leche especial para gatos en una jeringa y durmió conmigo esa noche. Al principio fue difícil que se acostumbrara, lloraba mucho y no quería estar sola, me imaginé que aún tenía miedo de que la abandonaran, por lo tanto, cuando no estaba en clases siempre me encontraba acompañando y jugando con la pequeña Mush.
Desde aquel día he rescatado a varios gatos callejeros. Algunos se han quedado conmigo y a otros los he dado en adopción, pero el rescate que significó más para mí, fue el primero, el de Mush, ya que me dio la seguridad a la hora de cuidar a los pequeños. Es muy difícil hacerse cargo de un gato bebé, especialmente si apenas tienen pocas semanas, es por esto que Mush me ayudó a aprender todos los cuidados necesarios.
Ahora Mush va a cumplir ocho años, va a pasar a ser una gata senior y aún no lo puedo creer. Es la reina de la casa y siempre anda retando a los otros gatos para que se comporten, no me imaginaría no tenerla y siempre agradezco por ese día cuando la vi acurrucada en la calle y decidí llevármela.