Él llegó a la casa como un regalo para mi hermana. Al principio era muy asustadizo y pasaba el día escondido en su improvisada casa, pero rápidamente se acostumbró a las manos y el cariño humano. Es un cuyi peruano de pelo largo, macho de 6 meses según dijo el vendedor de la tienda. Cuando llegó el momento de nombrarlo, muchos nombres saltaron por doquier. Su pelo mitad negro y mitad amarillo hicieron que "el mechas californianas" fuera un candidato popular entre el jurado que nombraría al recién llegado cobayo, pero su la forma redonda de su cuerpo hizo que ganara "Chubby", que significa "gordito" en inglés.
De todas formas, Chubby fue llamado "Chubbito", "guapetón", "príncipe azul", "rubio oxigenado" por meses, hasta que llegó la gran revelación. Habían varias dudas acerca de la sexualidad de Chubbito. Primero, estaban los instintos naturales de nosotros, que vivíamos con él: ¿Será gay? ¿Y si le ponemos pinches? Pero esas interrogantes se vieron reforzadas por varias situaciones.
El celo de las hembras se da cada 15 o 17 días, durante 1 o 2 días y se caracteriza por el carácter de la cobaya durante ese tiempo, que se pone más cariñosa pero también arisca. Bueno, Chubbito siempre fue "bipolar". Habían días en que le daba la maña y agarraba su comida y la daba vuelta, hasta la tiraba fuera de la jaula. Se salía de ella y le daba cabezazos a los gatos o chillaba todo el día (y la noche). "Ya anda con la regla Chubbito", se escuchaba en la casa... chiste que pronto sería confirmado.
También se ponía extremadamente cariñoso cada cierto tiempo. Regalón de todos, pasaba acostado en las camas y lloraba para que no lo sacaran de su lugar predilecto: debajo de las frazadas. Eso le pasaba, obviamente, cuando no estaba gruñón y odiaba a todo el mundo.
Otro momento de serias dudas fue cuando Chubby adoptó cuatro gatitos huérfanos que habían en la casa. Ahí estaba papá Chubbito con sus hijos... ¿o mamá Chubbito? Pero el momento más crítico fue sorpresivo. Chubby estaba acostumbrado a pasar en brazos parte del día, casi siempre en brazos femeninos o en los de un niño pequeño, que en realidad rara vez lo tomaba. Chubby vivía en un mundo de mujeres, pero cuando por primera vez fue tomado por un hombre adulto se hizo pipí. La defensa fue inmediata: ¡él nunca se había hecho pipí en brazos de alguien antes! ¿Por qué lo haría ahora...?
Chubbito ya adulto y desarrollado fue revisado por un experto hace un par de días y ¡sorpresa! No es Chubbito, es Chubbita. Claro, las sospechas eran ciertas y justificadas. Un sentimiento extraño reina ahora en la casa. Hay desacuerdo entre llamarlo en femenino o masculino. El nombre se mantendrá ya que consideramos a Chubby como un nombre unisex, pero el artículo que lo precede causa discusión: ¿es él o la? Ya está claro que es "la", pero todavía hay desorientados que insisten en que se debe quedar como hombre o si no, Chubby se confundiría.
Hay un sector de la casa que está claramente feliz con el descubrimiento y ahora planean ponerle pinches, hay ganas también de llamarlo (¿o llamarla?) princesa Chubby. Pero bueno, lo mejor de todo esto es que ya no será incomprendido (¡incomprendida!) cuando esté en esos días raros en que grite desde su jaula y nadie lo molestará por sus maravillosas y femeninas mechas californianas.
¿Te ha pasado algo así con alguna mascota?