En el colegio pololeaba con un chico que tenía una gata que se llamaba "Pelusa". Era gigante y angora, además la regalona de la casa. Su persona favorita era mi pololo, por lo tanto siempre que yo llegaba ella se erizaba y me gruñía.
Al principio pensé que era por mi olor, debido a que yo también tenía gatos, y creía que Pelusa sentía el olor de mis gatos en mí, pero con el tiempo me di cuenta que era algo mucho más profundo que un odio hacia el olor de mis felinos, el asunto traspasaba fronteras racionales.
Lo más gracioso y tenebroso que me pasó en la casa de mi pololo con su gata, fue que no pude entrar al baño por culpa de ella. La gata se encontraba sentada en la lavadora y me gruñía como un león, se erizaba y me mostraba los colmillos. Por más que me acercara, Pelusa estaba lista para atacarme, por lo tanto, me tuve que aguantar todo el rato en la casa de mi pololo, por culpa de la gata que no me dejaba entrar al baño.
Hasta que al final no pude aguantar más (estuve como tres horas queriendo ir al baño) y tuve que irme de su casa hasta la mía, que quedaba al otro extremo de la ciudad e ir al baño. Creo que ha sido el mayor tiempo en el cual he podido aguantar y si no me hubiera ido, creo que me hubiera echo pipí ahí mismo, todo por un ser peludo atracado al baño.
A la vez, con mi pololo teníamos una rutina para que Pelusa no me atacara a la hora de entrar a la casa, debido a que ya me había arañado feo cuando intenté acercarme. Cada vez que llegaba, mi pololo tenía un frasquito de colonia lleno de agua y se lo echaba a pelusa, para que no se acercara a mí y no intentara atacarme. Muchas veces cerrabamos la puerta de la habitación donde estabamos, para que la gata no se me lanzara encima. El problema es que Pelusa se ponía a maullar como maniática y muchas veces, la teníamos que dejar entrar. Cuando estaba en la pieza la gata se ponía en un rincón mientras me miraba y gruñía, era entre gracioso e incómodo.
Jamás me pude reconciliar con ella, por más que lo intenté al llevarle comida especial, creo que se ponía celosa debido a que mi pololo le pertenecía a ella y yo entraba en su territorio. Últimamente he aprendido que si un gato no siente agrado por ti, debes acercarte con cautela y despacio, siempre a su tiempo, dándole espacio y acercando una mano para que el gato huela primero.
¿Han tenido una mascota tuya o de alguien que los odie? ¿Qué han hecho al respecto?
Foto CC vía Tomi Tapio K