Ahí estaban los dos, durmiendo plácidamente en el patio de mi casa: mi perrita "Niña" y "Vago", el perro que vivía frente a nosotros. Como ya lo sospechan, habían pasado la noche juntos y por esos días mi mascota andaba en sus días más fértiles, así es que inevitablemente se nos agrandaría la familia y la verdad, es que no estaba contemplado.
Con mi mamá no pensábamos en "cruzar" a la "Niña" y queríamos que fuera para siempre la regalona. Además, siempre dicen que los Cocker Spaniel son muy desordenados y el hecho que se embarazara, significaba tener al menos un tiempo sus cachorros y el caos multiplicado por mil en la casa. Pero en fin, ella eligió tener un romance a escondidas con el vecino. En el barrio se paseaba un pandillero Cocker Spaniel , que siempre andaba merodeando el portón de mi casa y vivía justo frente a nosotros, en una casa que la usaban de bodega. Este perro era bastante callejero y por eso mi mamá lo llamó el "Vago", un apodo que cualquier suegra le pondría a su yerno cuando no lo quiere.
La noche que pasaron juntos actuaron coordinadamente: el intrépido Vago hizo un hoyo bajo mi portón desde afuera, mientras que desde adentro le ayudó nuestra querida Niña, que de niña ya le quedaba poco. Nos dimos cuenta del hoyo, porque dejaron las marcas y de tanto excavar con sus patas, sus cuerpos quedaron grises por la tierra.
Pero lo más gracioso fue cuando mi hermano, Felipe, va al patio a buscar unas cosas y de repente ve a dos cocker y grita: "¡Hay dos perros en el patio, es el Vago y la Niña!". Por suerte no los sorprendidos en plena acción, pero era obvio que ya se habían "cruzado" y echamos al Vago de la casa, como si hubiese faltado el respeto a la familia, qué risa. El Vago era bien porfiado, porque durante la noche volvió a entrar a la casa, para responder nuevamente al llamado de la naturaleza.
Así que ya no había duda, la Niña estaba embarazada. Eso fue el 20 de marzo de 2011 y justo dos meses después tuvo tres cachorros, sobrevivieron sólo dos: Aureliana Buendía y Aquiles Napoleón. La Niña, ahora madre, tuvo que compartir su lugar en la casa con Aquiles Napoleón y Aureliana fue regalada a otra familia, que también vive en nuestro barrio.
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