Cuando he conversado con gente que tiene a perros como mascotas, me da rabia escuchar que ellos aseguran que los gatos son traicioneros, interesados y poco cariñosos. Pues bien, ellos deberían saber -que a diferencia de los perros- los gatos son animales salvajes, que no fueron creados para ser domesticados. Prácticamente, no dependen todo el tiempo de sus amos y son bastante independientes.
Pero todas estas cualidades, no quitan su virtud de entregar amor y preocupación por los seres humanos a su manera.
En mi casa, somos amantes de los gatos. Desde que tengo uso de razón, he tenido algún felino de mascota. Grandes, pequeños, machos, hembras, peludos, con menos pelo, tricolor, negros y un largo etcétera. Al comenzar a recordar las características de mis gatitos y el por qué los hacía especiales, recordé a una pequeña peluda que se me viene -particularmente- a la cabeza.
Su nombre era Andrea. Mi papá la encontró en una carnicería, medio abandonada y la vio tan especial que decidió traerla a casa. A Andrea le faltaba un ojito, por lo que pensamos que tendría ciertos problemas para adaptarse al llegar con nosotros, pero finalmente resultó ser la gata más "despierta" de todas.
Era alegre, regalona y muy inteligente, como la mayoría de los gatos a mi parecer. Pero lo que hacía a Andrea, una gatita diferente al resto de los gatos que habíamos tenido (y que hemos tenido en la actualidad) era la conexión que tenía con mi papá. Probablemente, era su forma de agradecerle que él la haya rescatado de la carnicería donde la encontró.
Mi papá tiene un taxi y todos los días viene a casa almorzar, eso ha sido así siempre. Andrea se sentía tan agradecida de mi papá, que todos los días salía de mi casa a esperar a que llegara en su auto. Pero no era sólo eso. Andrea sentía el auto mucho antes de que llegara a casa. Minutos antes y ya comenzaba a ponerse contenta, a revolcarse en el suelo, a ponerse ansiosa. Se alejaba sólo un poco para salir a su encuentro, hasta que lo veía y se devolvía a la misma velocidad del auto.
Al llegar, la gatita se subía sobre el capó y esperaba a que mi papá bajara. Una vez abajo se le pegaba en las piernas y levantaba su lomo y su colita para ser acariciada. Mi papá por supuesto estaba a sus ordenes. Esta rutina, era de todos los días; mi papá esperaba a que su gatita estuviera siempre ahí para cuando el llegara.
Lamentablemente, un día Andrea se alejó demasiado de casa para buscar a mi papá y fue tristemente atropellada. Todos quedamos devastados. Es por esto que por el honor y la memoria de mi especial gatita Andrea, retomo la idea del párrafo que da inicio a este relato.
Los gatos demuestran su amor a su manera, como a ellos les parece y quienes somos amantes de ellos los comprendemos y los aceptamos, tal cual ellos son. Ella tenía una capacidad infinita y especial de dar las gracias a mi papá, que fue quien le dio una mejor vida.
No hay que entrar en la eterna discusión sobre si perros o gatos son mejores mascotas, porque ambos tienen cualidades que los hacen especiales. Para mí y mi familia, Andrea fue una gatita muy especial.
Foto CC vía Andrezzinho