Los gatos pueden contraer varias enfermedades, algunas muy parecidas a las de nosotros. Mi gata "Copito", tenía catorce años cuando le diagnosticaron cáncer a la piel. Yo lo veía venir, debido a que era una felina albina, que le gustaba tomar sol y no importaba cuánto bloqueador le pusiera en sus orejas y nariz, siempre tenía costras.
Un día, Copito apareció en mi pieza con ambas orejas sangrando. Me asusté mucho, porque pensé que le habían pegado, pero no fue así. Resulta que era tanta su desesperación -por el escozor que le causaban las costras- que finalmente, se rascó tanto que terminó dañándose ambas orejas.
Como era de madrugada, tuve que esperar hasta la mañana siguiente para llevarla al veterinario. Ahí, me dijeron que tenía cáncer a la piel y que era necesario extirpar una oreja. Lo peor fueron las dos semanas, que tuvo que quedarse en el centro de cuidados y la cantidad de sangre que estaba perdiendo.
La veterinaria me dijo que, debido a toda la pérdida de sangre no podían operarla, ya que no comía y se encontraba muy decaída. Por eso, debía encontrar un donante para mi gata. El problema, es que el gato tenía que pesar tres kilos, aproximadamente, para donar sin peligro y no pude encontrar a ningún felino con aquellas características.
Tuve que ir a un banco de sangre, para encontrar el tipo de sangre de mi gata y asegurarme, de que no estuviera contaminada. Recomiendo bastante este método, ya que así evitas el peligro, de que tu gato contraiga otro tipo de enfermedad.
Cuando finalmente mi gata recibió la sangre -recobró la salud y pudo ser operada- le extirparon una orejita y la otra se la dejaron. La recuperación fue rápida y ahora, debo preocuparme de que su oreja y la nariz estén siempre con bloqueador, para que no vuelva a surgir el cáncer, ya que siempre está en peligro.
A pesar del bloqueador constante y el trauma, que pensé que le iba a producir la operación, copito sigue disfrutando del sol. Es más, tiene su propio lugar en la ventana de nuestro pasillo, cerca de la cocina. Cuando llegó de la consulta de la veterinaria, lo primero que hizo, fue acostarse como reina en su pedacito de ventana. Debido a esta fascinación por el sol, debo estar constantemente cuidando que no se le formen nuevas costras, pero a ella lo que más le hace feliz, es acostarse toda una tarde soleada en la ventana, por lo tanto, no me molesta ponerle bloqueador cada vez que hace falta.
Es por eso que recomiendo a todas las personas, que tengan gatos blancos o que sus orejas no estén cubiertas por pelo, que siempre le pongan bloqueador, ya que los felinos aman el sol. ¿Sus gatos han tenido este tipo de problemas? ¿Qué han hecho para solucionarlo y cuál es tu historia?