Alberto Fernando, más conocido como Tito por los amigos, fue la fiel mascota de la familia Guerra Ferrer durante 18 años. Llegó cuando apenas tenía 3 meses de vida y se mantuvo firme en el hogar, como uno más de la casa. Fue absolutamente uno más del clan.
Debo reconocer, que Tito es el perro más simpático y fiel que conocí en la vida y nunca hubo un festejo o vacaciones sin que él estuviera presente. Siempre muy sano, tenía el espíritu aventurero de los integrantes de la familia, característica que lo llevó a conocer playas, bañarse en lagos, correr por la nieve, conocer bosques, parques nacionales, en fin... jamás se detuvo.
Y debe haber sido ese mismo espíritu, el que lo hizo emprender viaje, a fines del mes de marzo del 2007, cuando de un minuto a otro desapareció.
La familia recién se había cambiado de casa, bastante lejos de la anterior. Es por eso que una de sus principales preocupaciones, era que el Tito no se escapara, porque no conocía aún el nuevo barrio. Sólo había ido una vez al nuevo lugar, dentro del auto y por la carretera. Pero un día, aprovechando un pequeño descuido, salió y no regresó.
Cuando volvieron a casa ese día, la nana les avisó que Tito no estaba e inmediatamente comenzaron la búsqueda. Todos los días, por todo el barrio, con fotos, preguntándole a los vecinos, haciendo llamados en la tele, todo lo que estuviera a su alcance. No se resignaban a la pérdida de su mascota y de manera tan sorpresiva; no se podía perder una parte tan esencial de la familia, así como así.
Fue tanta la angustia que sintieron, que además de toda la búsqueda, consultaron el tarot, péndulos y hasta a una psíquica, que les dijo que el perro iba camino a la antigua casa y debían rastrearlo. Lo cierto fue, que no le creyeron mucho en un principio, porque era una distancia bastante importante, demasiado para un perro muy casero y regalón. Pero luego de 28 días de angustiosa búsqueda, un vecino los llamó para decirles que el perro estaba allá, en la casa antigua. Había llegado esa noche. Solo.
Para que se hagan una idea, Tito se fue desde Huechuraba hasta la comuna de San Miguel. Recorrió nada más ni nada menos, que 27 kilómetros a puro instinto y olfato. No saben cómo, pero se pegó el viaje de su vida en busca del que reconocía como su hogar de siempre. Y como su casa estaba desocupada, tuvo la brillante idea de ir a la casa del vecino. Un genio. Eran las diez de la noche, cuando agarraron el auto y se fueron como locos al encuentro de su mascota. Sólo tenía una herida, que ya estaba cicatrizada, pero estaba muy flaco y un poco deshidratado. Definitivamente, ¡les volvió el alma al cuerpo! La familia sin Tito, no era lo mismo. Ahora, sólo les quedaba corroborar su estado de salud y llenarlo de amor y cuidados, para que no volviera a perderse.
Y así fue hasta hace algunos días, porque Tito se fue al cielo de los perritos, dejando un vacío inmenso en el corazón de los Guerra Ferrer. Pero lo bueno, es que Alberto Fernando tiene excelentes historias que contar, porque no cualquiera hace el viaje que se pegó Tito. No cualquier mascota cuenta con el apoyo inquebrantable de su familia. Esa familia que hoy, lo recuerda y le agradece todas las aventuras y el cariño que se brindaron durante 18 años.
¡Nunca te vamos a olvidar, Tito! Descansa en paz, pequeño aventurero.