A mis perros los encontramos botados en el cerro Renca (que queda a unas cuadras) cuando tenían unos 2 meses. Imagínense la maldad de alguien que se dio el trabajo de subir casi llegando al famoso letrero de “Renca la lleva” para abandonarlos… si pudo esforzarse para llegar hasta ahí, mucho más fácil salía hacer unos carteles y ofrecerlos en adopción…
Pero no. Los dejaron a su suerte. Llenos de garrapatas en sus cuerpecitos pequeños. Por suerte andaba paseando con mi mamá y una sobrina, cuando los encontramos. Los bajamos y comenzamos la campaña para darlos en adopción. Antes me encargué de desparasitarlos interna y externamente, y obvio, ponerles nombres: Osito, Mostaza y Toribio.
La hembra fue la primera en irse, y le siguió Osito. A este último lo adoptó una vecina del barrio, lo cual nos alegró mucho, ya que podríamos verlo seguido. Y Toribio fue el regalón que mi mamá quiso quedarse. Creció bonito y sano, pero algo nos preocupaba con Osito: Lo soltaban mucho a la calle y no parecieron preocuparse más durante unos meses. Esto nos molestó bastante, así que hablamos con la señora y no mostró interés en el tema, por lo que le pedimos que nos lo devolviera. Y así fue.
Pasaron alrededor de 3 meses, cuando escuché unos aullidos de dolor en mi pasaje. Era un perrito de unos 7 meses, francamente aterrado. Tanto así que yo me acercaba, y tiritaba.
Con paciencia fui ganándome su confianza, dándole agua y comida, tratando de demostrarle que no le iba a hacer daño. De esta forma, y con ayuda de unos amigos pudimos subirlo a un auto y llevarlo al veterinario. Resultó que estaba desnutrido y al parecer había sido maltratado, pero no tenía nada grave. Lo llamamos Feña.
También comenzamos con su campaña de adopción. Hasta un video grabamos para darlo a conocer. Sin embargo, con el correr de los días, mis padres se encariñaron mucho con él, y además notamos que Osito y Toribio lo respetaban, sin molestaro. ¡Si hasta se portaban mejor con el Feña en casa! Y terminó quedándose.
Día a día fue entregándose más y confiando en nosotros. Hasta que se convirtió en un perrito alegre y juguetón como todos. E incluso, se volvió el dominante entre los 3. ¿Pueden creerlo?
¿Y tú, has rescatado un animalito? ¿Cómo ha sido la experiencia?
Fotos: Archivo personal autora.