El equilibrio planetario es algo esencial para la supervivencia de los humanos y los animales. Como ya sabemos, la extinción de especies es una situación que preocupa de sobremanera, no sólo a los ambientalistas, también a los científicos, aunque realmente, debería interesarnos a todos.
Se podría decir que las abejas (y este tema ya es conocido) son la especie más valorada, porque con ellas, se poliniza el 75% de la flora silvestre. Además, casi el 40% de las frutas y verduras que consumimos, viene de la polinización. Por lo tanto, la profecía de Einstein podría llegar a cumplirse. “Si las abejas desaparecieran, la humanidad sólo continuaría 4 años más con vida”, anunció anticipadamente el científico.
A la ya conocida leve disminución de las abejas, que podría afectar a la extinción humana en la Tierra, se suma un nuevo estudio, publicado por la revista estadounidense Science. Leones, pumas y lobos están desapareciendo lentamente, producto de la caza indiscriminada, principalmente en Europa Occidental y el este de Estados Unidos.
“A escala planetaria perdemos a nuestros grandes carnívoros”, afirmó el principal investigador y profesor del Departamento de Ecosistemas Forestales, de la Universidad del Estado de Oregón, William Ripple.
En la investigación, participaron científicos europeos, estadounidenses y australianos, quienes buscan crear una iniciativa a nivel mundial, para introducir nuevamente estos animales al ecosistema y, sobre todo, recuperar su hábitat.
Pero ¿cuál es el riesgo que corremos los humanos ante estas extinciones? En realidad, casi cualquier especie que desaparezca, afectaría directamente al ecosistema, porque muchos animales también son controladores de plagas.
En este estudio, descubrieron que en los parques de Yellowstone, en Estados Unidos, la disminución de pumas dio paso al aumento de animales que se alimentan de hojas de árboles y arbustos.
El problema, es que esto impide el crecimiento de vegetación, lo que a su vez afecta a los pequeños mamíferos y a los pájaros, según explicaron los científicos.
En Europa, la sobrepoblación de corzos y liebres está relacionada con la desaparición de linces. En África, debido a la desaparición de muchos leones y leopardos, aumentó la cantidad de babuinos oliva, que acaban con las cosechas y atacan a los rebaños.
Por su parte, Alaska enfrentó un explosivo aumento de erizos de mar y disminuyeron las algas morenas, las mismas que les sirven como alimento. Esto, debido a la desaparición de algunas poblaciones de nutrias.
Entonces, el hecho de que los grandes depredadores fueran desapareciendo en distintos lugares del mundo, tuvo repercusiones que afectaron el equilibrio del ecosistema.
"La naturaleza es interdependiente, como lo indican estos estudios en Yellowstone y en todo el mundo. Ellos revelan cómo una especie afecta a otras especias de diferentes maneras", afirmó el profesor William Ripple.
Consecuencias Si tenemos menos animales herbívoros, aumenta la vegetación y la flora forestal, lo que permite obtener más dióxido de carbono. Este dióxido de carbono, es el principal gas de efecto invernadero, lo que permite combatir de mejor manera el calentamiento climático.
Los investigadores ya asumieron lo difícil que será reintroducir estos animales al ecosistema planetario, debido al miedo que los humanos les tienen. Los cazan y rechazan por defender su propio ganado e intereses.
Fuentes: Todo Interesante - El Universal
Foto CC Vía Flickr