Las amebas son microorganismos que colonizan - como parásitos - el intestino de nuestros perritos, pero también el de nosotros, sus humanos. Se alimentan principalmente de bacterias, pero también de los nutrientes que obtienen del estómago de quien los hospeda.
Antes de llegar a la fase parasitaria, las amebas se encuentran en estado latente en un quiste cubierto de quitina (un tipo de caparazón como la que protege a los insectos). Una vez consumido el quiste, las amebas colonizan el estómago y se propagan con ayuda de los jugos gástricos, produciéndose la amebiasis. La OMS estima en unos 50 millones al año los contagios de esta afección en personas, que ha llevado a la muerte a los casos más graves. Su mayor incidencia, para tranquilidad nuestra, es en países tropicales. Pero eso no obsta que pueda darse en climas templados, como el que tenemos en Chile.
Los síntomas que produce en nosotros son: diarreas, fatiga, náuseas, pérdida de peso, fiebre, dolor abdominal y gases intestinales. En los perritos, en tanto, la enfermedad puede ser asintomática como también manifestarse en colitis, deposiciones con sangre, falta de apetito, fiebre, letargo, secreciones en ojos y nariz, además de dificultad para respirar y convulsiones. La amebiasis puede llevar a nuestros peluditos a una falla multisistémica, con resultados fatales. El tratamiento consiste en el suministro de metronidazol para controlar la colitis y generalmente es exitoso; no obstante, si la infección ya ha pasado al torrente sanguíneo, no será mucho lo que podamos hacer por nuestra mascota. Además, ésta podría contagiar el mal a algún miembro de su familia humana a través del contacto.
Lo mejor para evitar una desgracia es conocer las vías de contagio de la amebiasis y así, prevenir que nuestro regalón esté expuesto a contraerla. Las amebas que la originan pueden encontrarse en las heces de organismos infectados, el agua (dulce, salada o servida) y el suelo. Si nuestra mascota ingiere o inhala agua residual, será propenso al contagio. También vale tener en cuenta que los perros jóvenes o inmunodeprimidos son más vulnerables a padecerla, por lo que una alimentación adecuada y rica en vitaminas - así como tener las vacunas al día - los protegerán de su incidencia. Una buena higiene también será menester en la prevención de esta grave enfermedad que puede acechar no sólo a nuestros regalones, sino que a toda la familia.