El oído canino es increíblemente sensible. Es el segundo sentido más desarrollado que nuestros amiguitos poseen (después de olfato). Les permite escuchar sonidos muy débiles y lejanos con gran detalle, siendo más perceptivos a sonidos de alta frecuencia que nosotros, los humanos. Para representarnos lo que esto significa, tengamos presente que las personas podemos percibir sonidos de hasta 20.000 Hz; mientras estos leales compañeros pueden hacerlo hasta con 60.000 Hz. ¡Así es, el triple!
Es por ello que un sonido simpático y gracioso para nosotros - como lo es el de una campanilla o cascabel, para nuestras mascotas constituye una verdadera tortura. Imaginen lo que sería para nosotros andar todo el día con un sonido agudo que acompaña cada movimiento que hagamos y nos provoca dolor. ¿No han notado que los peluditos se ponen más irritables y gimotean en ocasiones cuando llevan la campanilla? ¿Han visto lo nerviosos que se ponen con la pirotecnia en esta época? Las características de sus oídos son distintas de las nuestras: por esta razón, procura evitar estos juguetes - por bonitos que te parezcan - para evitarle un sufrimiento a tu regalón. ¡Piensa que él no puede contarte cuánto le molesta!