En una plaza o a mitad de la calle es usual ver a un perro con su dueño paseando por la vereda. El canino feliz olfatea todo lo que pilla mientras la persona que lo lleva maneja su paso con una correa. Si se vuelve loco o se pone a ladrar se tira de ésta y listo, problema solucionado. Pero esto que se ve tan típico en estos animales se vuelve una total extrañeza para los gatos. Es muy difícil encontrarse con un alegre felino que camine por el barrio de esa forma. Es más, es casi inexistente la posibilidad de ver esa escena, porque desde que tenemos uso de razón sabemos que a los perros se les pasea y a los gatos no. Pero, alguien se ha preguntado ¿por qué?
La pregunta tiene muchas respuestas pero la más simple y obvia es que, simplemente no les gusta. Basta con ver videos en YouTube sobre gatos indignados con orejas bajas que deciden no moverse por ningún motivo. Tienen el arnés y la correa, pero no hay forma de que levanten su trasero y decidan caminar, pueden ser arrastrados metros y metros, pero ellos no dan su brazo a torcer. Si no quieren no lo harán.
También, esta rebeldía se debe a que no va en su naturaleza. Los felinos son independientes, libres y ágiles. No les gusta que alguien les ordene que hacer ni adónde ir. Ellos son los que suben techos o escalan paredes lisas como si nada, que desaparecen noches enteras y que son capaces de buscar su propia comida. Ponerle un sujetador es algo que va en su contra. Aunque, sí hay algunos casos en donde si se les educa a temprana edad es probable que la mascota no se moleste. Si se desea esto, hay que actuar desde pequeños y enseñarles poco a poco. Sin embargo, esto no será pan comido.
Hay que tomar en cuenta que puede ser incluso peligroso ponerle a un felino una correa cuando ya es adulto y no ha sido educado sobre el tema. Esto puede provocar que el animal se asuste por el sonido que emite ésta, en caso de que sea de acero. “Cuando éramos chicas a mi hermana le surgió la duda de porqué nuestra gata no se podía sacar a pasar. Como habíamos tenido un perrito antes le puse su collar y luego la correa. En ese mismo momento la gata se dio cuenta y salió corriendo. Creo que por lo menos dos noches estuvo huyendo de techo en techo”, comenta Carolina Durán de 24 años.
Por eso, si deseas que tu peluda mascota salga a pasear contigo es necesario educarlo y acostumbrarlo a eso desde pequeño. Hay que hacerlo con precaución y llevarlo por lugares tranquilos, hay felinos que se asustan fácilmente cuando hay mucha gente o ruido. Tampoco hay que darse por vencido en caso de que se oponga. Ya que, después de todo es una buena forma de cuidarlo y saber sobre su paradero.
Y tú, ¿has intentado ponerle una correa a tu gato?
¿Por qué los gatos no usan correa?
Publicado
por
Cristina