La rabia es una enfermedad viral que ataca a todos los mamíferos, incluido al ser humano. En las últimas etapas, este virus se traslada desde el cerebro a las glándulas salivales y la saliva. De esta forma es posible la transmisión a través de una mordedura o por el contacto con las membranas mucosas (nariz, boca y ojos) de un animal infectado.
Una vez que se registran los síntomas, esta enfermedad puede llegar a ser fatal. Además, en el caso de los perros, éstos pueden contagiar a otros animales desde alrededor de 2 semanas previas a la aparición de los indicios de que está enfermo, por lo que es vital observar y confinar a los animales sospechosos.
No obstante, debemos mencionar que esta enfermedad se manifiesta alrededor de 50 días después de haber estado expuestos a ella, en el caso de un humano, y casi 60 días, en los perros.
Los síntomas característicos de la rabia son el producir una alteración sensorial, es decir, hormigueos en el cuerpo, dolor en el lugar de la mordedura, malestar general, insomnio, dolor de cabeza y fiebre en humanos. Además, cuando esta enfermedad progresa se producen contracciones dolorosas ante la presencia de agua, aire, y en peores casos, parálisis y muerte.
En el caso de los perros, el síntoma más notorio es el cambio de conducta. Un animal contagiado se esconderá en lugares obscuros y se volverá agresivo incluso con su dueño. Hay salivación abundante (tras paralizarse los músculos de la deglución), alteración del ladrido y en etapas más avanzadas, paralización de la cabeza, cuello y dificultad para comer y muerte.
También se presentan pupilas dilatadas e irregularidades de la coordinación o del paso. En algunos casos no se muestran los síntomas típicos, pero los perros se tienden a aislar, pierden el apetito y el control de las piernas traseras.
Es por ello que es importante que después de ser atacado por un perro y recibir una mordedura, es importante lavar la herida con abundante agua y jabón. En lo posible hay que ubicar al animal mordedor y acudir al centro de salud más cercano donde un profesional indicará el tratamiento antirrábico a seguir (y que no debe ser interrumpido).
Para proteger a nuestras mascotas contra esta enfermedad debemos vacunarlas
una vez al año. También debemos evitar, en lo posible que entren en contacto con animales callejeros o agresivos. No debemos entrenar a nuestro perro para las peleas.
Enseñarle a nuestro perro a ser obediente nos puede ahorrar más de un problema. También debemos proporcionarle un lugar adecuado para vivir: limpio, amplio e independiente.
Recuerda, amar a tu mascota no es sólo darle de comer y jugar con él. Involucra mucho más como brindarle atención veterinaria cuando lo necesite, vacunas para promover su salud y un cuidado general.
Y tú, ¿ya vacunaste a tu perro contra la rabia este año?
Rabia en animales y cómo evitarla
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Rayo