Se ha demostrado que tener una mascota conlleva múltiples beneficios para los niños. Según la Asociación Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente, una buena relación con un animal doméstico ayuda en el desarrollo de la confianza en otros, la comunicación no verbal, la compasión y la empatía. Asimismo, contribuye a la autoestima y autoconfianza del niño. Y si bien perros y gatos suelen ser los preferidos, algunos roedores son ideales como mascotas en esta etapa.
Por su pequeño tamaño, aspecto, docilidad y simpatía, los hámsteres y cuyes son señalados como buenas mascotas durante la infancia. Son inofensivos y su crianza es sencilla, aspecto que resulta fundamental para iniciar a los más chicos en la responsabilidad que implica el cuidado de un animal.
Durante los primeros días de la llegada de esta mascota, es bueno que algún adulto supervise mientras el niño juega con ella. También se le debe enseñar cómo manipularlos, para así evitar cualquier daño.
Antes de tener un cuy, la primera mascota de Juan Pablo fue un hámster, cuando tenía siete años. Considera que fue importante “porque significó un cambio en mi forma de tratar con otros seres vivos”. Aunque por lo general los cuyes son considerados más extrovertidos, también recuerda a su hámster como sociable, y con el cual generó un lazo afectivo: “Si una persona que no conocía metía la mano, tendía a rehuir. Pero si te conocía bien, se acercaba, se posaba en tu mano, y aunque estuvieras lejos, te buscaba”.
Otro aspecto importante a considerar es que los hámsteres tienen hábitos nocturnos, pudiendo pasar gran parte del día durmiendo. Esto produce que durante la noche metan ruido, por lo que se debe evitar que su jaula se ubique al interior de una pieza, pero también hay que protegerlos de las corrientes de aire.
Por su parte, los cuyes tienen un comportamiento más diurno, lo que les otorga ventaja sobre la otra especie. Además viven más años y forman estrechos vínculos dentro de los grupos familiares, por lo que se recomienda que convivan con algún otro ejemplar.
Sin embargo, más allá de las diferencias, ambos se destacan por sobre otros animales más grandes debido a su carácter, y por los pocos riesgos que representan. “Los perros son grandes, pueden vivir solos, incluso en la calle. Los gatos andan en los techos, siempre se arrancan, pero los roedores son mal vistos, por eso uno los cuida más. Además, lo peor que te pueden hacer es morder un poquito”, opina Camila, quien tuvo un hámster a los diez años.
Pese a que siempre se requerirá la supervisión de un adulto, estos roedores son mascotas que los niños pueden llegar a cuidar por sí mismos. No obstante, también se debe tener en cuenta que los más pequeños no son capaces de ello, debido a esto se aconseja que los chicos tengan al menos cinco años.
Para Camila, la experiencia de tener un hámster le sirvió para “cuidar por primera vez a un ser vivo, a tener conciencia de esto”. La responsabilidad no sólo repercute a nivel individual, sino también en “una cosa de ética, del deber ser y hacer para con el resto”, apunta Juan Pablo.
Además incita a “desarrollar esas capacidades de afecto, cuidado, responsabilidad y ciertos valores que debe tener una persona, ciertas habilidades y cosas elementales de una persona íntegra”, concluye.
Por último, otra de las oportunidades que puede brindar a los niños, el cuidado de estos animales, es ayudar a entender los ciclos de la vida, desde el nacimiento y la alimentación, hasta la muerte. En especial considerando que la esperanza de de vida de los hámster es de dos a cuatro años, mientras que los cuyes viven entre cuatro hasta ocho.
¿Crees que los niños son capaces de cuidar como mascota a un hámster o cuy?
¿Por qué los cuyes y hámsteres son buenas mascotas para los niños?
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Agustina