Todos hemos sido partícipes del negocio que es el zoológico. A la mayoría de nosotros nuestros padres, algún familiar; o incluso el profesor de Ciencias Naturales del colegio, nos llevaron para que conociéramos de cerca al hipopótamo, león, elefante, jirafa, monos de poto colorado u otro animal entre los cientos que viven ahí. Sin embargo, lo que nunca supimos de ese Hipopótamo, es que al ser un animal mamífero semi-acuático, necesita pasar gran parte de su tiempo en el agua para sumergirse y nadar; y lamentablemente en la mayoría de los casos, sólo posee unos charcos pequeños con agua estancada. Tampoco se nos había ocurrido que en cautiverio los animales selváticos, como los monos, simios y lémures, rara vez están provistos de vegetación viva en sus lugares de confinamiento; y por último, ¿Cómo podríamos saber que los delfines caen en depresión, se enferman y mueren jóvenes en los zoológicos y parques marinos debido a las condiciones artificiales de su vida en un tanque?
¿De qué forma se regula que los animales vivan en buenas condiciones?
En 1979, el Consejo para el Bienestar de los Animales de Granja (FAWC), asesor independiente, perteneciente al Comité Europeo, determinó que los animales de granja tienen derecho a 5 “libertades”:
I. El derecho a no tener hambre y sed: derecho a tener agua fresca y una dieta que les permita tener vigor y una salud completa.
II. El derecho a no sufrir incomodidad: al proveer un ambiente apropiado que incluye refugio y un área de descanso cómodo.
III. Protección contra el dolor, lesiones o enfermedades: a través de la prevención o de un diagnóstico rápido y tratamiento.
IV. Libertad para expresar una conducta normal: al proveer espacio suficiente, instalaciones adecuadas y la compañía de animales de la misma especie.
V. Protección contra el temor y el estrés: al asegurar las condiciones y un trato que les evite un sufrimiento mental.
A pesar de que esta regulación sea para animales de granja, es mundialmente usada para evaluar el bienestar de un animal, como en los zoológicos. ¿El problema? Es que no se hace efectivo, pues los animales en su mayoría, tanto en Chile como en otros países, no poseen las condiciones básicas para poder desarrollarse.
Algunos de ellos se encuentran alojados en jaulas y fosas anticuadas sin el refugio suficiente como para escapar de las altas temperaturas; o peor aun, o para poder tener privacidad; ¿sabías que la falta de ésta es una de las principales fuentes de stress para los animales confinados en zoológicos?
En general, la mayoría de los zoo’s tratan de imitar el hábitat natural de los animales que viven ahí; sin embargo, sus intentos son infructíferos y, a veces, en vano, porque el espacio físico y la arquitectura no son adecuados, los materiales con los hacen las jaulas o recintos donde viven son duros y fijos, causándoles daño en sus articulaciones y ligamentos; los espacios son ínfimos, por lo que no pueden moverse ni desarrollar conductas naturales de su especie.
Todo esto genera enfermedades mentales en los animales, como la “zoocosis” que es un trastorno que afecta a los animales en cautiverio. Por ejemplo, en el zoológico de Manila, la orangután Sisi y la elefanta Mali tuvieron que someterse a terapia intensiva porque mostraban comportamientos obsesivos: actitudes de nerviosismo, miedo, mutilaciones, etc.
Ni en nuestro país, ni en el resto de los zoológicos del mundo estamos mejor o más desarrollados en el tema que en Manila, porque no existe seguridad para ellos, no hay instancias de bienestar, no están en su hábitat, y están solos, ¿Conoces al oso polar del Zoológico Metropolitano? ¿Podrías decir que este ejemplar está en buenas condiciones y en plenitud?
Cuando vayas nuevamente a uno de estos lugares, pregúntate, más allá de la belleza de los animales que ves, si éstos merecen o no vivir en cautiverio por nuestro propio gusto y deseo…
La calidad de vida de los animales en los zoológicos
Publicado
por
Paula Tejeda