El olfato de un perro es mucho más poderoso que el de los humanos. Su capacidad para oler es 2000 veces superior, por lo que son capaces de detectar aromas en amplios espacios. Pero no solamente eso, sino que también pueden identificarlos de manera específica, aunque las sustancias que lo produzcan sean muy pequeñas, tanto como para que una persona normal apenas las pueda percibir. Esta habilidad superlativa de los canes trae beneficios en muchas áreas. En la policía, por ejemplo, es muy común que usen animales para encontrar drogas o sustancias ilícitas, y en Holanda existe un caso muy particular, enfocado en el área de la salud.
La Clostridium difficile es una bacteria que puede manifestarse al tratar una enfermedad con antibióticos, provocando desde una leve diarrea hasta la muerte en casos extremos. Además es contagiosa y genera un gran problema en los hospitales donde existen muchos pacientes en una sala, ya que tan solo uno puede infectar al resto, provocando un problema en cadena que entorpece la labor hospitalaria. ¿Pero qué tiene de particular este caso?
Cliff es un perro de raza beagle que tras dos meses de entrenamiento es capaz de detectar la Clostridium difficile, y con un 85% de certeza indicar si un paciente la posee. En cerca de 10 minutos, el can puede recorrer el ala completa de un hospital, mostrando quienes son los pacientes que se encuentran infectados. El proceso es simple: Cliff entra en la sala donde se encuentran los pacientes y se sienta en aquellos donde logró olfatear la bacteria. En los 270 casos revisados, ha logrado acertar en 25 de 30 pacientes infectados, lo cual es una cifra bastante alta y demuestra que la capacidad de oler de los perros es bastante poderosa, y puede ser utilizada en el ámbito de la medicina.
Lo que hace Cliff es de cierta manera un complemento al trabajo de laboratorio. Para detectar la Clostridium difficile de una muestra, esta debe ser mezclada en alcohol, dejarla reposar, y pasar por un largo proceso de reposo a cierta temperatura para que esta germine y así obtener los resultados. Este puede durar hasta 1 semana, mientras que el perro en unos minutos puede tener un diagnóstico.
En el año 2011 ya había existido un caso similar. Marine, un labrador retriever entrenado para rescatar a personas en el agua, fue capaz de identificar cáncer desde muestras de fecas o el aliento de los pacientes. Su porcentaje de acierto también fue sorprendente ya que logró dar con el 95% de los casos. A través de su habilidad detectó cáncer de mamas, estómago, próstata, vejiga y piel.
Casos como el de Cliff y Marine muestran cómo algunos animales pueden ser muy beneficiosos en el ámbito de la medicina. Quizás no sean capaces de reemplazar los métodos tradicionales, pero sí pueden ser complementarios en la detección de ciertas enfermedades en las que es crucial cuánto tarden en ser detectadas, para que así puedan ser tratadas a tiempo y poder ser curadas.
Y ustedes, ¿qué otros casos de animales en la medicina conocen?
Perro holandés diagnostica enfermedades más rápido que los laboratorios
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Mascotadictos