Que los perros sientan felicidad o puedan deprimirse tal como los seres humanos, no es ninguna novedad. Sin embargo, no sólo esos sentimientos son compartidos por ambas especies, sino también los trastornos compulsivos. Una conclusión que se sugiere a partir de un estudio con perros que persiguen sus colas.
Antes de pasar a la investigación científica, son varias las explicaciones que pueden explicar este comportamiento. En primer lugar, se cree que al intentar morderse la cola, los perros siguen sus instintos naturales de depredadores, al verla como algo que no es parte de ellos. Es decir, intentarían perseguir y cazar esta parte de su cuerpo.
Sin embargo, son muchas las razones que pueden llevar a un perro a tomar esta conducta. En primer lugar, es claramente una forma de divertirse. Cuando un can está aburrido, se la persigue causándole agrado mental y físico. En el caso de los cachorros, cuando han sido separados de sus hermanos y padres, pueden hacerlo al no tener nadie más con quien jugar.
También puede ocurrir por una falta de atención de sus dueños, ya que puede haber aprendido que cada vez que se persigue la cola, su amo se interesa por lo que está haciendo. Asimismo, también hay que considerar que puede tener alguna molestia física, por ejemplo, alguna picazón en el trasero.
Pero más allá de los motivos coyunturales, este comportamiento fue objeto de un reciente estudio que indagó con mayor profundidad en el asunto. Se trata de una investigación realizada en la Universidad de Helsinki, Finlandia, la cual descubrió semejanzas entre el comportamiento compulsivo en perros y humanos.
La investigación estudió a cerca de 400 perros que se perseguían la cola. Se intentó identificar posibles factores de riesgo ambientales y genéticos. Este grupo de canes incluyó a quienes se perseguían la cola todos los días durante varias horas, los que lo hacían un par de veces al mes, y los que nunca lo habían hecho visiblemente. Dentro de las razas estaban los Bull Terriers, Pastores Alemanes, Bull Terrier miniatura, y Staffordshire Bull Terriers. Se cree que las dos primeras razas tienen una mayor predisposición genética a hacerlo.
Por medio de un cuestionario contestado por sus dueños, se recogió información acerca del comportamiento de los perros, características de cada etapa de cachorro, además se les pidió que evaluaran su personalidad. De esta forma, se concluyó que la mayoría de los canes comenzó con la persecución de sus colas entre los 3 y 6 meses, antes de alcanzar la madurez sexual.
El inicio temprano de los comportamientos compulsivos recurrentes, actuar tímidamente o el miedo a ruidos altos, fueron las coincidencias que se encontraron entre estos perros y los humanos que sufren de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).
De similar forma que una persona con TOC, el comportamiento compulsivo en perros guarda relación con las acciones que se repiten múltiples veces. Pero en lugar de concretarse en un orden excesivo – por ejemplo, en lavarse las manos incesantemente o comprobar varias veces que una puerta está cerrada – estos animales manifiestan otro tipo de acciones. Perseguir sombras o luces, lamerse hasta hacerse daño o pasear de forma obsesiva, además de perseguirse la cola, son acciones que realizadas de forma exagerada pueden ser parte de un comportamiento compulsivo.
Por otro lado, los perros que mostraron menos este tipo de conductas fueron quienes recibieron suplementes dietéticos, vitaminas y minerales. Sin embargo, el “estudio no prueba una relación causal real entre las vitaminas y la disminución de perseguirse la cola, pero resultados preliminares curiosamente similares se han observado en humanos con TOC", explicó la investigadora, Katriina Tiira.
Gracias a estas semejanzas, los perros ofrecen un buen modelo para el estudio de los antecedentes genéticos y factores ambientales asociados con los trastornos obsesivos compulsivos humanos. La investigación fue publicada en julio de 2012.
Por último, no todo perro que se persiga la cola necesariamente sufrirá de un trastorno psicológico. Mientras lo haga sin que se haga daño, o sin hacerlo de forma excesiva, no constituirá un problema. Sin embargo, algunos consejos generales pueden ser disminuir el estrés y los castigos, fomentar la actividad física y en caso de cualquier duda, consultar con un veterinario, quien incluso podría llegar a prescribir tratamiento farmacológico.
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Perros que se persiguen la cola podrían sufrir de un trastorno obsesivo compulsivo
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Agustina