Existe una delgada línea entre lo salvaje y lo humano. Y paradójicamente, existe una brecha inmensa entre “humano” y “ser” humano.
¿Cómo se practica “ser” un humano? ¿Se practica? ¿O sólo es posible nacer con esa sensibilidad, empatía y altruismo?
¿Qué nos hace ser humanos? Creo que tener un talón de Aquiles ayuda en la práctica.
El “talón” de algunos son los niños; el de otros son los ancianos, personas con cierta enfermedad, el medio ambiente, la discriminación racial o sexual, etc. ¿El mío? Los animales… porque son minoría, pero más aún, porque no tienen voz. Y dentro de esta minoría, hay un grupo que es más vulnerado, maltratado y vejado… los Pitbulls.
He luchado por varias causas en mis 24 años de vida, pero sin lugar a dudas, la más grande de mis banderas de lucha ha sido por Mía, una mestiza de Pitbull; raza incomprendida y estigmatizada. Quizá por esa razón fue tanta mi identificación con ella y con los más de 70 perros de esta raza que alguna vez tuvieron un hogar y que hoy deambulan por las calles de Santiago buscando una segunda oportunidad que muy pocos logran. Sin lugar a dudas, Mía, mi Mía fue una de las pocas privilegiadas.
Mía fue encontrada en una bomba de bencina en la comuna de Quilicura. Era parte de una manada de 5 perros, siendo ella la más sumisa.
Después de unos días en una veterinaria recuperándose, decidí llevármela, ya que hace unos años me había hecho una promesa: Sólo adoptaría un único perro: una hembra y de raza Pitbull, sin importar su edad ni color. Y la elegí a ella. Y nos hicimos inseparables.
Fuimos las más felices los días que estuvimos juntas. Pero los problemas venían cuando tenía que quedarse sola. ¿Saben cómo le llaman eso? Ansiedad por separación.
Se desesperaba. Lloraba. Se arrancaba de donde estuviera, incluyendo mi departamento -del cual abrió la puerta de entrada y salió a los pasillos a llorar- y cuando estuvo dentro de un canil, se autoinflingió heridas por la ansiedad de querer salir. Se rompió una pata y la nariz. Tuvo una fijación con una herida en su cuello y se la rascó hasta desgarrarse la piel. Pero lo peor, es que estaba haciendo de ella una perra más inestable, más inestable de lo era viviendo en la calle.
Ella no podía estar sola. O estaba con su manada de perros, o estaba conmigo. No había más. “Blanco o negro” algo que en perros no se ve, pero me tocó…. Y no sólo a mí, si no a quienes vivieron el proceso conmigo: una reconocida rescatista de pitbulls, un psicólogo de perros , un entrenador de perros con problemas de conducta y un tenedor responsable de un pitbull hace cinco años.
Decidí jugármela por ella y ayudar a su proceso de socialización y creación de confianza, por lo que se fue unos días a terapia, a un “campamento de rehabilitación”. Y volvió a ser una perra juguetona. Ya no metía la cola entre las piernas, y lo mejor de todo… dejó de temblar.
Anoche volvió conmigo. Y aunque todo lo que escribí les va a dar indicios de que tuvimos un final feliz…. No fue así.
Mía no se adaptó en mi departamento. No reconoció un hogar, y aunque hicimos ejercicios para comprender y trabajar su ansiedad por separación, no funcionó.
El abandono y el maltrato no sólo generan un daño inmediato al animal. Es un trauma que permanece a largo plazo.
Mía sufrió golpes, mordidas y patadas. Suena terrible ¿no?, pero eso se sana; mas no el abandono, el frío y el hambre que pasó. La falta de cariño humano que quizá conoció y le fue arrebatado, hicieron un daño en ella mucho mayor. Irreparable. Ése es el trauma a largo plazo del que temíamos.
Quien la haya abandonado y golpeado, tiene mi repudio, no por el acto del maltrato físico en sí, que también es un hecho condenable , si no porque esos humanos (que no practican el “ser”), cometieron la aberración de no permitir que otros pudiéramos hacer de Mía una perra normal. Coartaron su futuro, y lejos, desde sus casas, desde sus sillones, no se imaginan que por culpa de ellos, una perra no pudo volver a ser un animal equilibrado y normal.
NO ABANDONES. NO MALTRATES. NO PASES POR EL LADO DE UNO SIN PREGUNTARTE CÓMO PODRÍAS AYUDAR EN SU VIDA. SE HUMANO.
Existe una delgada línea entre lo salvaje y lo humano
Publicado
por
Paula Tejeda