Uno a uno los tigres bajan de sus tarimas para acostarse en fila frente a un domador que azota su látigo contra el suelo. Mientras, el animador del circo grita “el aplauso” y el público animadamente obedece.
Luego, como en todas las funciones los tigres se van cada a uno a sus tarimas para ponerse en dos patas, hasta que uno de ellos queda frente a frente al domador. Es un segundo, un segundo en que el animal puede cobrar venganza y desatar una tragedia. Pero no. Como el domador espera del domado, éste le obedece y se va tranquilamente a su jaula. Este es parte del show “Tigres del Circo Unión”, de los hermanos Fuentes Gasca, muy conocidos en la televisión chilena.
Lejos de ser un adelanto de “Rebelión en la granja”, libro que relata la historia de un grupo de animales que cansados de los abusos de los humanos deciden rebelarse y expulsar a sus amos de la granja para apoderarse de ella, los animales de circo viven en brutales condiciones y en constante maltrato para que al momento de encender las luces para comenzar el show, sigan al pie de la letra las indicaciones del domador.
Y así ha sido, elefantes esforzándose por soportar su peso en dos patas, tigres pasando por un arco con fuego o monos andando en bicicleta, son algunos de los actos que ofrece la parrilla circense en Chile.
Sin derecho a reclamo
Cada año en septiembre se instalan cientos carpas en sitios eriazos y tras ellos pequeñas jaulas donde se ven a animales hacinados y estresados. Aunque están ahí a la vista de la gente, muchas personas no las ven o al menos, no parece importarles. Según Patricia Corporán le agradan esta clase de espectáculos porque le gustan los animales. “Considero que sirven de entretenimiento y tienen una habilidad especial para eso, al menos, lo que se utilizan en los circos”, comenta.
Pero lejos de ser una vida dedicada a entretenernos, según Roger Poblete, médico veterinario, esta realidad causa a los animales “un daño irreversible ya que al ser alejados de su hábitat pierden completamente su capacidad de adaptación al hábitat que realmente les pertenece. Por eso un animal cautivo no recuperará jamás su comportamiento original, teniendo que vivir de por vida en circos, o en el mejor de los casos, en centros de rehabilitación”.
Roger además advierte que a esto se suma las malas condiciones higiénicas de las jaulas, alimentación deficiente, lo que se traduce en problemas de salud y malos cuidados médicos, ya que por lo general los animales no tienen chequeos por parte de un profesional competente.
Las secuelas de este maltrato saltan a la vista. “Físicamente hablando tenemos animales deteriorados, delgados, con parásitos, malos olores, enfermedades, etc. Esto (…) lo va a llevar a estados de depresión, desinterés, bajo apetito, y también puede producirse la irritabilidad del animal, y esto pasa a ser sumamente peligroso tanto para el animal como para las personas que le rodean, ya que en cualquier momento, puede existir un ataque por parte del animal”, asegura Roger.
Pero no es sólo un entorno de mala vida, sino que para que el show “valga la pena” el espectáculo mientras más extravagante ¡mejor! Y para esto no se escatima en gritos, golpes directos, o con elementos amenazantes.
Así fue la triste vida de la elefanta Ramba, que durante 14 años perteneció al circo de los Hermanos Tachuela y que fue ingresada ilegalmente a Chile por un circo argentino. Este ejemplar en peligro de extinción vivía en una especie de estacionamiento con un espacio muy reducido y aislada, situación que fue denunciada hace años por Canal 13. Pero el maltrato físico y sicológico de Ramba, finalmente tuvo fin cuando fue trasladada a un santuario en Estados Unidos.
En acción
Lamentablemente, pese a que Ramba logró la atención de las autoridades y la población, no logró que se legislara o que la ciudadanía rechace este tipo de actos. Por eso la triste vida de esta elefanta no es el único caso.
Según Nazira Docmac, vocera de la organización AnimaNaturalis, pese a que hay muchos casos de maltrato en los circos además del de Ramba, hay otros como el del Chimpancé Toto que fue rescatado del circo Konig, ya que estaba encerrado en una diminuta jaula, con signos de stress y maltrato físico y el león Gaucho, rescatado del circo Magnum al descubrir que vivió en condiciones de hacinamiento y maltrato mientras estuvo en cautiverio.
Es por esto que la organización comenzó en 2003 una campaña internacional llamada “Circos sin animales” y que en Chile comenzó el 2005. Según Nazira, la iniciativa tiene como base “que los animales no deben ser usados para satisfacer necesidades personales del ser humano, y por lo tanto no deberían ser utilizados como material de entretenimiento en zoológicos, rodeos, acuarios ni circos”.
Según cuenta “cada país adapta la campaña según su realidad local. En España en más de 60 municipios prohíben la entrada de circos con animales en su territorio”. En tanto, en Chile, “a pesar de que ha existido voluntad política de algunos alcaldes para prohibir la entrada de circos con animales a sus comunas, estas ordenanzas municipales no pueden ir en contra de la ley nacional, la que por desgracia avala que el circo chileno sea con animales”, a diferencia de países como Perú, Bolivia, Costa Rica.
Pero para el veterinario Roger Poblete, la extinción de los circos con animales también pasa por la educación. “En Chile aún existe la cultura del circo con el león, el elefante y la jirafa. A los niños se les inculca por parte de los padres que a su vez recibieron de sus propios padres el concepto de ir a ver los ´animalitos` al circo. Eso en Chile vende más. Aparte de la poca cultura animalista”.
Así mientras a los chilenos les resulte entretenido ver leones dando la mano, monos en motocicletas u osos disfrazados, será más difícil eliminar las carpas multicolores con jaulas alrededor y el grito del animador alentando a la gente a que “pasen a ver el circo”. Sin embargo, hay opciones acá encontrarás una lista de circos que no usan a los animales como medio de entretenimiento.
Circo con animales: tú aplaudes, ellos sufren
Publicado
por
Rossana Ch