Siempre he tenido corazón de abuelita con los perritos callejeros. Sean como sean; de raza, quiltro, chico, grande, para mí todos son bonitos. No soporto la idea de imaginármelos vagando por las calles, buscando algo de que alimentarse, y lo que es peor; sin alguien que les haga un gesto amigable o que les entregue una demostración de cariño.
En el barrio donde vivo hay muchos de estos animalitos abandonados, y siempre, pero siempre, termino encariñándome con alguno. Vivo en departamento y con mis abuelos, por lo que se me hace imposible llevarme alguno a vivir conmigo, tanto por permiso como por espacio, pero igual siempre termino cuidando a alguno: lo alimento por las noches cuando llego a casa, entonces termina instalándose a vivir en el jardín de mi edificio.
Mi amiguito de ahora fue bautizado por mi sobrino como "Pillín", y siempre me espera y mueve su colita cuando me ve entrar al edificio por las noches. Está todo el día echado en la puerta del block, así que muchos de mis amigos le dicen "el limpia pies" o la "alfombra de entrada". Está viejito y prefiere estar acostadito siempre, sobre todo en estos tiempos en que el frío es insoportable hasta dentro de nuestras casas.
Muchas veces me ha tocado sufrir por encariñarme con los perritos callejeros. Una vez cuidé a un cachorrito por muchos días, estaba desnutrido y mi idea era alimentarlo mucho para que pudiese recuperarse, hasta que un día, volví de la universidad y ya no estaba; nunca volvió. Mi abuela me contó que un vecino lo agarró y lo fue a botar lejos del edificio porque, según él, gritaba mucho por las noches y le molestaba al dormir.
A otro de mis amigos vagabundos lo atropellaron por andar coqueteando con una perrita. Se llamaba Bengie y era súper loco, desaparecía por varios días, pero siempre volvía a recibir su comida. Hasta que un día unos vecinos lo encontraron muerto en una esquina cercana.
Siempre he pensado que cuando tenga dinero y me vaya a vivir sola, por lo menos a uno de estos animalitos le regalaré un espacio en mi hogar. Por ahora debo resignarme a cuidarlos "puertas afuera", y así, mantener la ilusión de que al llegar a casa estará esperando aún su platito de comida.
Y ustedes, ¿han tenido alguna experiencia similar?
La experiencia de tener mascotas “puertas afuera”
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Mascotadictos